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Las Cosas Hay que Hacerlas Bien


Aprovechando ciertos “deslices” recientes en materia de política española parece
necesario (o al menos satisfactorio) dejar por escrito una humilde opinión al respecto.
En el último mes, qué digo en el último mes, en las últimas dos semanas hemos
presenciado algunos “patinazos” de personalidades públicas. No es necesario haber
perseguido a dichas personalidades para apuntar a sus equívocos, pues estas se las
arreglaron para “cargársela por todo lo alto”.
La primera figura de la que a un servidor le gustaría escribir se trata de la plurilingüe
alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. En época de fallas, la alcaldesa tomó la palabra en el
quizá más importante evento de la festividad valenciana, la Cridà. No quiso dar un
discurso normal a los más de 60000 valencianos presentes, sino que en virtud de la
importancia del acto quiso dejar constancia de su virtuosa capacidad para utilizar distintos
idiomas en un mismo discurso.
Valenciano, castellano, palabras en lo que parece ser élfico... Probablemente le faltara
tiempo de intervención para demostrar los frutos de su B2 en lengua pársel.
Bromas a parte, la alcaldesa fue duramente criticada por los medios de comunicación
oficiales e internet (no es para menos).
La segunda celebridad a la que se le rinde homenaje en este artículo es la vicepresidenta
del Congreso de Diputados, licenciada en Derecho y amante de los videojuegos, Celia
Villalobos. La político malagueña no pudo resistir la tentación de superar niveles en el
adictivo juego “Candy Crush” durante el Debate de la Nación, cosa que queda más que
justificada si tenemos en cuenta que escuchar durante una hora seguida a nuestro
presidente del Gobierno sin echar una cabezadita supone un enorme reto.
Villalobos se justificó aclarando que estaba leyendo el periódico (quizá el New York Tasty)
y esto se corresponde a la primera fase de aquellos que tienen algún tipo de adicción, la
negación.
Esta actitud también ha sido criticada en redes sociales y medios de comunicación por su
contenido cómico, pero algunas personas como su compañera Dolors Monserrat,
vicepresidenta tercera del Congreso, han defendido a Celia con argumentos tan sólidos
como "Hay personas que podemos hacer dos cosas a la vez, escuchar y estar en el pleno
y hablar por teléfono, enviar mails y trabajar, que trabajamos mucho".
Sin duda podemos estar orgullosos de contar con una plantilla de políticos con algún tipo
de habilidad sobrehumana. Ahora, dejando a un lado los millones de comentarios
ocurrentes o divertidos que se nos puedan ocurrir, debemos poner una visión un poco
más seria al asunto. Teniendo en cuenta que no es la primera vez que podemos ver
errores tan ridiculizantes en la historia de la política española y que por cosas menores
pueden echar a cualquier trabajador a la calle sin necesidad de dar explicaciones o
ningún tipo de indemnización. Teniendo presente estos datos y recordando que un político
no es más que un trabajador social, es decir, una persona que pone su tiempo e imagen
en manos del bien y las necesidades de los ciudadanos, se plantea la siguiente pregunta:
¿por qué no se toman reprimendas? ¿Por qué tenemos que seguir aguantando a
personajes que no se han tomado en serio su trabajo aun cobrando sueldos vertiginosos,
cuando se supone que trabajan para nosotros? Y por último, ¿por qué se da una
“segunda oportunidad” a una persona que no tiene ninguna intención de disculparse si no
encuentra su puesto de trabajo en claro peligro? ¿Quién ha votado ceder esa oportunidad
tan inmerecida? ¿A quiénes consultan a la hora de otorgar un perdón que debe ser de la
población entera?

Las Cosas Claras

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